La bonita historia de «La Tartana»

En el año 1921 vimos en el campo del Racing Club de Madrid un partido memorable: Sevilla F.C. – Athletic Club de Bilbao. No lo olvidaremos nunca.

Recordemos, en primer lugar, que el terreno del paseo del General Martínez Campos matritense estaba tapizado con papel de lija.

No olvidemos tampocoque los jugadores del equipo bilbaíno llegaron al campo de juego en el autobús principesco del Palace Hotel. Poco después de descender los vascos de aquella carroza magnífica se oyó el tímido tintineo de unos cascabeles. Pertenecían a dos mulillas que tiraban de una tartana desvencijada: el equipo del Sevilla F.C.

Los dos vehículos quedaron juntos. El autobús, soberbio como un acorazado, tenía los metales bruñidos y dos servidores de librea, galoneados como almirantes. La tartana conservaba mil remiendos y el polvo de todas las estepas. Un contraste definitivo.

El Athletic Club de Bilbao aparecía con todo el centelleo de su historia; el Sevilla F.C: se presentaba – todo el mundo era cetrino allí – en un milagro de improvisación.

Luego ocurrió algo tremendo: Los once bilbaínos se encontraron rodeados de reboleras y de molinetes y de todos los rizos que ustedes quieran. Se enfurecieron porque no lograban apoderarse del balón, y las cosas empeoraron todavía… Allí no jugaba nadie más que los andaluces.

No era fútbol exactamente lo que aquellos hacía. Aquellos hombres toreaban, Toreaban entre ¡olés! De sus partidarios y de los que no lo eran, y se acostaban en la cuna después de haber doblado al adversario. Hubo un momento en que se pidió ¡música!

Había nacido – según dijeron al dia siguiente algunos cronistas madrileños – el verdadero fútbol español, el que daría los más grandes días de gloria a nuestro deporte.

Gol, Diario Deportivo. Domingo 4 de marzo de 1945.