La hora Monchi
Suele ser común en la sociedad de la inmediatez y la prisa en la que vivimos, el expresar la opinión sin el poso de los conocimientos y sacando del pozo a la prisa.
En el fútbol, este valor se multiplica de forma exponencial hasta límites estratosféricos entre los aficionados y parte de la prensa que ha de generar consumo y tráfico. Se opina de todo y la mayor de las veces tratando la verdad unipersonal, como la verdad universal. Se informa de todo y se retransmite todo, aunque en ese todo se incluyan opciones o rumores salidos de la nada más absoluta. Personalmente prefiero invertir el tiempo en leer a un determinado y reducido número profesionales que escriben de manera contrastada y con opinión bien formada. El resto -salvo entretenimiento- poco o nada me interesa, por eso espero que casi nadie me esté leyendo puesto que sólo ando reflexionando.
La convulsión que está sufriendo el Sevilla FC pese a la consecución de su séptima – ojo ahí – UEL era algo que tenía que estallar por alguna de las muchas costuras que la SAD de Nervión ha tratado de ir tapando con goles y sobre todo con plata, pero es tal el reventón económico, societario y social, que si ya el sevillismo de ilusión y base quiso estar con sus colores en invierno, cuando la bolita no entraba y nos sumíamos en la desesperación de un futbol de A4 pintarrajeado, vuelve a ponerse sobre el tóxico escenario con la salida de pegamento sevillista.
Se va Monchi, el Rey Mago, la verdadera Estrella de la Ilusión, el guardameta perfecto para detener las embestidas que a la SAD le lanzan desde todos los flancos posibles y el único en salir a despejar de puños, cual Mazinger Z, cada uno de los boleones que la prensa deportiva nacional soltaba contra el Sevilla FC y su primer plantel. Y el sevillista de ilusión sólo quiere estar al lado de su escudo, con su equipo y en comunión con su afición.
El romanticismo del fútbol club es pasado. La jauría en la que se mueve el «parné» en las SAD trae siempre desafecciones.
Es la hora del adiós, o del hasta luego. Es la hora nunca pensada ni deseada, ni quizás en el momento deportivo adecuado. Pero es su hora y ahora que lo pienso, ni conozco ni se ni me interesa verdaderamente los motivos de su renuncia, pero en este tiempo en que casi todo se airea no debe ser cómodo trabajar con injerencias o desconfianza si por ahí radica su malestar. Quizás tú como yo, a lo largo de nuestra vida laboral hayas podido sufrirlo en tu entorno laboral, la diferencia es aquí con sueldos élite sí puedes permitirte la licencia del me voy antes de que me echen. No lo juzgo, mira por su bien y el de su familia y por seguir desarrollando sus experiencias. Prefiero escribir sobre ello a pocos minutos de que comparezca rodeado de plata antes de que sobre su figura se ceben las ratas.
Quiero entender y casi estoy seguro de que se irá sin hacer sangre. Ramón sabe que la herida infectada supura ya lo suficiente como para abrir una nueva.
Salud, gracias, y suerte, sevillista.
Por Manolo Ruiz. @ManoloRL (Twitter)